lunes, 1 de febrero de 2010

Abridme!!! Abridme!!! Estoy aqui, en el armario...


Hoy, a las 7 y media de la tarde, la abuelita ha abierto el armario del pasillo(que está muy cerca de su habitación).

A mi me encanta meterme en los armarios, a veces incluso araño las puertas y maullo para que me dejen entrar, pero lo que no me encanta tanto es quedarme encerrado.

En cuanto la abuelita abrió el armario me metí dentro, procurando que no me viera.

Entonces fue cuando cerró al puerta.
Al principio no me importó; ni siquiera me di cuenta, apretujado como estaba, curioseando entre la ropa y las cosas, rebuscando en los cajones.

Pero luego me empezó a entrar sed, y luego hambre, y ganas de hacer mis cositas.
Maullé desesperado arañando la puerta, pero nadie abría. La abuelita debía de haberse ido a trabajar, y mi ama con ella.

Lily también quería que saliera. Se sentía sola y aburrida y necesitaba a alguien que torturar y con quien jugar.

-Zar!!! Zar!!!-maullaba.-Sal de el armario ahora mismo!!!
-¿No crees que si pudiera ya lo hubiera hecho?-le dije molesto.-Además, no pienso salir mientras tu sigas ahí fuera, esperándome.

Finalmente se aburrió de molestarme desde fuera, y dado que no podía molestarme desde dentro, se fue.

A la una y media o así oí ruidos. Bueno, ruidos aparte de los que hacía Lily jugando con el ratón del cascabel y el que cuando le dabas con la pata piaba como un pájaro.
(A saber como lo hacía.)

Alguien abrió la puerta de casita.
Me puse a maullar con renovadas esperanzas.

Oí a la abuelita decir:
-Oye, ¿no te parece raro que Zar no haya salido?
-No. Estará durmiendo, siempre está durmiendo.-comentó mi ama.

Pero la abuelita, por suerte para mi, no cesó en su intento, terca como mi ama.
-No se, no se...¿estás segura?

-Nunca nada es seguro del todo.-aseguró.-O casi nada...
(¿En que pensaría? Mal de amores, fijo.)

La abuelita, no contenta con esa respuesta, se puso a buscarme en mis sitios favoritos de retiro, donde Lily no puede molestarme.

Menos mal que, después de una búsqueda infructuosa, comenzó a buscar en los armarios.
"Me apuesto el rabo a que este es el último que mira", pensé.

Efectivamente(uf, te salvaste, rabo mío), el mio fue el ultimo que miró.

La abuelita abrió la puerta mientras mi ama se acercaba hacia mi.
-Pobrecito mi Zarito, que le hemos dejado encerrado...-decía la abuelita con voz ñoña(a ver si piensa que soy un cachorro, oye!).

Mi ama apareció por allí.

-Seis horas, hija, seis horas. Le hemos dejado encerrado seis horas...-le dijo la abuelita a mi ama, que empezaba a mosquearse.

-¿Como que hemos? Has sido tu quien le has dejado encerrado en el armario seis horas, ¡corcholis! En cuanto me descuido ya va alguien ha echarme la culpa.-exclamó ella, ofendida.

La abuelita la pasó por alto.
Me empezó a acariciar la cabeza pidiendome perdón, pero yo me hacia el ofendido y le daba la espalda.

Ya se que, al fin de al cabo, ella no tenia la culpa, pero aun así me gusta hacerme el ofendido...

Enseguida la di de lado, y perseguí a mi ama a la cocina, para comer, beber y hacer mis cositas al fin.

Eso si, esperaré la oportunidad para hacerme mis cositas(solidas, debo decir)en el suelo de la cocina.

1 comentario:

  1. Si, a Chocolate tambien le gustan los armarios...solo que él no permite que nuestra amita le deje atrapado dentro...

    Y si vas a castigar a tu abuelita con la deposicion(menudas palabrejas raras se aprenden con mami...)de tus excrementos en el suelo de tu cocina, asegurate de que no te vean y no puedan probar que has sido tu.

    Dulce.

    ResponderEliminar