lunes, 7 de septiembre de 2009

Historia inventada por Lucyflaka (UC)

Hola, les quiero compartir este relato que escribi en honor a una nena preciosa de UC que se llama MININA, el nombre de usuario de su mamá es AnaYiVi, ya que ella, en su club de GATITOS ESPECIALES, contó brevemente cómo llegó Minina a su casa, entonces me dio la idea para escribir sobre ella. Espero que les guste, sobre todo a Minina y a su mamy :

Caminaba casi siempre por los alrededores del parque, con un maletín que hace tiempo fue un elegante portafolio de piel. Cuando cambiaba su rumbo, a veces iba hasta las orillas de la ciudad, o deambulaba por la terminal de autobuses, siempre buscando. Lo curioso es que siempre encontraba. Amarillos, rayados, blancos debajo de la capa de polvo, manchados, negros.
El señor que rescataba gatos se preocupaba por todos, sin importar el color que tuvieran o sus ligeros desperfectos; de hecho, los únicos desvalidos que conservó fueron Albondiguita, un gato peludo y tuerto, y Lala, una güera con lunares en la nariz y coja.
Lo que sucede – decía el señor cuando le preguntaban- es que ellos saben a quién acercarse. Saben muy bien a quién llorarle para que los esconda debajo del abrigo, y saben también de quién esconderse. Son muy listos. Y hermosos.
Si el señor se dedicara a escribir las historias de todos los gatos que ha recogido en sus paseos por la ciudad, obtendría una hermosa recopilación digna de publicarse. Así como cada mente es un mundo, cada mirada felina esconde un pasado y una chispa particular.
Eso lo supo cuando debajo de un aguacero encontró a Minina, una criatura que estaba fuera de su entendimiento. Minina no era blanca, ni rubia, ni negra, sino parchada de los tres colores, y no sólo eso, sino que los colores estaban simétricamente acomodados en su carita: sobre su pelaje blanco, una máscara mitad naranja , mitad negra, le enmarcaba sus ojos expresivos y dulces.
Hermosa – pensó el señor, porque desde el principio supo que esa belleza debía ser una hembra- hermosa Minina. Sonrió, y Minina ronroneó al verlo acercarse. Cualquiera pensaría que, después de todo lo que le sucedió a Minina, se ocultaría de toda persona que se acercara, pero “ellos saben…”
Minina estaba muy flaca, tenía hambre, y estaba mojada y adolorida. Algún monstruo la había golpeado y había herido su perfecta carita. Pero Minina, recargada en un árbol, miraba al señor como diciendo “¿por qué tardaste tanto?”. Sin pensar él le respondió: “Sólo lo necesario”.
Entonces tomó a Minina en sus brazos, mientras ella desplegaba sus encantos con un motor potentísimo y con una sonrisa que hasta el más ciego pudo haber notado en esa carita. Parecía que Minina sabía que a partir de ahora sería feliz.
Lo comprobó cuando el señor, después de salvarla, la entregó a los brazos de una chica suave y calientita -pensó Minina- y que “ahora es mi mamá”. Ana tomó a Minina en sus brazos, y después de mirar sus heridas y decidir que su nena iba a quedar como nueva, le preguntó, con un hilo de voz: “¿Por qué tardaste tanto?”.

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